Por: Dr. Juan Sebastián Chamorro, Director Ejecutivo de FUNIDES
El crecimiento de Nicaragua en base a los recursos y la RSE ambiental
Según estudios, el crecimiento de Nicaragua ha sido en base a la extracción de nuestros recursos naturales. Las ricas tierras, bosques, minerales, lluvias y aguas superficiales han servido de base para que el país haya podido proveer de alimentos y materias primas. La relativa abundancia de nuestras tierras nos ha llevado a expandirnos hacia el Este, desbaratando bosques y sembrando, y luego, al agotarse el suelo, a meter ganado. Este ciclo, repetido por décadas y en miles de kilómetros cuadrados, se ha agotado. Y llegamos al Caribe teniendo que voltearnos a lo que dejamos para ver que uso le damos a esos recursos, ahora severamente degradados. La diferencia de hoy con ese pasado de expansión es que el clima nos está cobrando el deterioro infringido y vamos a tener que adaptarnos a estas nuevas y más difíciles condiciones.
Ante esta realidad basada en la extracción no sostenible de recursos, se contrapone las acciones de responsabilidad social empresarial (RSE) , que ya se están empezando a ver en el país. La RSE fomentando alianzas para la adaptación al cambio climático debe entenderse como una práctica voluntaria, más allá de las exigencias legales y caracterizada por la excelencia en la búsqueda del avance social y ambiental, requisitos básicos para un desarrollo económico sostenible. Este compromiso, que va más allá del mercadeo social, la filantropía o las campañas de imagen, significa que la empresa está incidiendo en la sociedad, pero que también la sociedad está incidiendo en la empresa.
Efectos del cambio climático
El cambio climático es un hecho inequívoco y el objetivo aquí es expresar de como la empresa puede ayudar a la adaptación. Por lo impactante del caso, les presento algunas cifras sobre el cambio climático en nuestro país.
Un estudio realizado por el CIAT, el INETER y auspiciado por PNUD, utilizó la información diaria entre 1970 y el 2008 de 137 estaciones pluviométricas y 18 de temperatura en todo el país para monitorear cambios en los patrones climáticos. Los resultados son más que contundentes. Las temperatura mínimas se incrementaron 0.13 grados por década, mientras que las máximas la hicieron 0.4 grados. Estos datos coinciden con las proyecciones internacionales, que estiman un incremento de 3 grados para el final del presente siglo.
Los días secos, es decir períodos de 24 horas sin ninguna precipitación han aumentado de 40 a 64 en las zonas secas y de 13 a 43 en las zonas húmedas. Cuando llueve, lo hace ahora con más intensidad que en el pasado: en 1970 la precipitación promedio era de 8 milímetros por hora, en el 2003, la precipitaciones tenían una intensidad de 24 milímetros por hora. Esto último tiene serias repercusiones en nuestro sistema productivo agropecuario, porque incrementa el estrés hídrico de las plantas y los animales, afectando sus rendimientos y productividades.
El cambio climático se expresa claramente con las incidencias del fenómeno del Niño. Mientras en la década de los sesenta se experimentaron 2 Niños, entre el 2001 y el 2010 se produjeron 4.
Los impactos económicos del Niño son considerables. Entre 1990 y el 2013, período que vivimos 7 Niños, la diferencia en la tasa de crecimiento de la economía es de casi dos puntos porcentuales, de 4% en los años sin Niño versus 2.1% en los años Niño.
Comúnmente se asocia el cambio climático a las acciones de países industrializados y emergentes, por su nivel de emisiones a nivel global. Por ser un país de muy pocas emisiones, podríamos llegar a la conclusión que nosotros no somos responsables del incremento de las temperaturas. El mismo estudio del CIAT analiza el cambio de temperatura entre 1983 y el año 2000. El estudio definió un círculo de 50 kms a la redonda de cada una de las 18 estaciones en diferentes puntos del país y se documentó el proceso de deforestación en ese círculo durante los 17 años. La información de la deforestación ocurrida en ese círculo durante el período se asoció con el cambio de temperatura y los resultados son sumamente interesantes: en las zonas donde se produjo un alto nivel de deforestación se registraron mayores temperaturas que en aquellas zonas con menor deforestación. Estos resultados, vistos de manera inversa, nos podrían llegar a decir que la reforestación podría paliar el efecto del cambio de las temperaturas y por lo tanto amortiguar en parte el efecto global del fenómeno.
De la región centroamericana, Nicaragua debe ser la más interesada en el tema del cambio climático. No solamente por asuntos económicos, ya que Nicaragua tiene y tendrá por un rato la mayor proporción de su producción total puesta en la agricultura y la ganadería. También tiene la mayor cantidad de costas y los principales cuerpos de agua de la región.
Para entender a nivel micro el impacto del cambio climático en la agricultura y la ganadería, es importante recordar que el cambio se expresa en temperaturas y precipitaciones. Así pues tenemos cultivos que son más resistentes al cambio de la temperatura, como el maíz por ejemplo, que el café. Las menores precipitaciones podrían afectar más al maíz que al sorgo o al ajonjolí, especies bien adaptadas a déficit hídricos. La distribución espacial es también relevante. Como las temperaturas irán incrementándose en las zonas más altas, las condiciones óptimas para el café irán desapareciendo. Diversos estudios calculan que para el 2050, un 70% de las zonas actuales de café no presentarán las condiciones de temperatura y precipitaciones óptimas. Algunas de estas áreas, no todas, podrán tener condiciones favorables para el cacao. La menor humedad en otras zonas como el Cuá, Wiwilí, Bocay, Waslala y Siuna irán abriendo la posibilidad de cultivar frijol en esas zonas, lo que entraría en mayor conflicto con la reserva de Bosawás. Esto último pone en relieve el efecto del cambio climático sobre la migración. Con estos ejemplos resalta la complejidad de los problemas que se nos avecinan producto del cambio climático para el sector agropecuario.
Pero no debemos pensar que el cambio climático afecta únicamente a la producción agropecuaria. La reciente tragedia del barrio 18 de Mayo fue producto de la desafortunada combinación del crecimiento urbano desordenado, técnicas deficientes de construcción y una excesiva e intensa lluvia.
El cambio climático está también generando cambios en la salud humana. El clima puede afectar a la salud de manera indirecta al favorecer las condiciones de reproducción de vectores como los mosquitos o roedores o bien de manera directa, como son las enfermedades cardiovasculares y las que se transmiten por el agua y el aire, como las diarreas o las enfermedades respiratorias. Aunque no tenemos información para el caso de Nicaragua, sabemos que en Costa Rica, un estudio encontró que los casos de dengue están correlacionados en un 56% con el fenómeno del Niño. US$ 9 millones es lo que se estima sólo en costos asociados a las atenciones adicionales que el sistema de salud tico tiene que afrontar producto del cambio climático.
El cambio climático va afectar la calidad de vida y existencia de los sistemas marinos, especialmente las ricas áreas del Caribe nicaragüense. La sedimentación, la decoloración y muerte de corales, así como el incremento de los niveles del mar supondrán efectos que alterarán la forma de vida de miles de nicaragüenses que actualmente dependen del mar como forma de sustento.
Condiciones previas para la adaptación ante el cambio climático
Entonces, vale hacernos la pregunta: como podemos adaptarnos a todos estos cambios y esta incertidumbre? Considero que deben de existir algunas condiciones previas para asegurar una buena adaptación al cambio climático.
La máxima instancia a nivel mundial sobre el tema, el Panel Intergubernamental sobre el cambio climático (IPCC) a definido la adaptación como ¨el ajuste en sistemas humanos y naturales como respuesta a estímulos climáticos proyectados o reales, o sus efectos, que pueden moderar el daño o aprovechar sus aspectos beneficiosos¨. Así es efectivamente, se pueden aprovechar aspectos beneficiosos del cambio climático. Generalmente se habla del cambio climático con una visión fatalista e irremediable, dejando por fuera esa increíble capacidad que tiene la humanidad de poder convertir calamidades en oportunidades.
Es importante dimensionar realmente el problema y conocer nuestras propias vulnerabilidades. Por ejemplo, mucho se habla erróneamente de nuestra zona seca, un corredor que abarca 40 municipios del pacífico nicaragüense, como zonas áridas y desérticas. En esta zona, que en realidad es tropical de sabana, caen aproximadamente 600 milímetros de agua al año y ciertamente es seca si se compara con otras zonas del país. En el estado Mexicano de Coahuila, caen aproximadamente 200 milímetros de agua anualmente y es el segundo Estado productor de leche en el país. La diferencia entre Coahuila y Nicaragua es que en el primero aprovecha hasta la última gota de agua y que lo que es seco para nosotros, es húmedo para ellos.
Adaptarnos al cambio climático requiere de cinco condiciones previas que el país debe de asumir de manera inmediata a fin de facilitar las acciones.
Primero, contar con un sistema de información moderno y accesible a todos. No podemos adaptarnos a algo si no sabemos como va cambiando.
Segundo, contar con un alto nivel de concientización a todos los niveles educativos sobre el tema del cambio climático.
Tercero, evitar la duplicidad de funciones y responsabilidades y definir un rector principal del tema, que actualmente está disgregado en diferentes instancias, tanto públicas como privadas.
Cuarta, fortalecer la visión de administración del riesgo con especial énfasis en el uso de tecnologías que permitan predecir eventualidades y planificar acciones concretas.
Y quinta, definir una política específica sobre el tema del cambio climático.
Políticas nacionales
En este sentido, Nicaragua cuenta con una Estrategia Nacional Ambiental y del Cambio Climático y con un Plan de Acción 2010 al 2015.
Al incluir la concientización y la educación ambiental, la Estrategia con su Plan de Acción orienta a las instituciones públicas en la dirección correcta. Igualmente es encomiable el esfuerzo del Estado de Nicaragua en la definición de acciones de promover la protección de los recursos naturales, la conservación y la adaptación ante el cambio climático. Frente a estas acciones positivas, se contrapone una total ausencia de referencias al sector privado, quien es el que aporta, tanto positiva como negativamente al problema. La conservación de bosques de pino y la campaña de nacional de reforestación, planteadas en la estrategia, no tendrían sentido sin el concurso directo de las empresas madereras que aprovechan estos bosques. Está bien promover la eliminación del uso del fuego como práctica agrícola, pero las buenas intenciones de los gabinetes económicos territoriales caerán en saco roto si esta Estrategia no reconoce el papel y liderazgo de las asociaciones de productores. Igualmente, las inversiones en energías renovables, es un tema central de la Estrategia, las cuales han sido realizadas por inversionistas privados.
Estrategias de adaptación ante el cambio climático en otros países han resaltado asimismo el importante papel que pueden ejercer las organizaciones sociales.
Aplaudimos el reciente anuncio hecho por el Gobierno Central de que está actualmente elaborando una nueva estrategia Ambiental y de Adaptación ante el cambio climático. Consideramos ésta una excelente oportunidad para poder atender el tema del cambio climático de la misma forma conjunta entre Gobierno, trabajadores y empresarios que han rendido resultados en otros temas. En adición al necesario y apropiado Plan de Acción del Gobierno, se deberán incluir líneas de coordinación entre el sector privado y público para atender el problema de manera integrada y coordinada.
La adaptación es un proceso complejo, multisectorial, en un escenario de alta incertidumbre que requiere acciones rápidas y flexibles, siempre listas al cambio imperante, por eso decimos que hay que cambiar ante el cambio climático. Las estrategias públicas deben de incorporar esa multisectorialidad que demanda la resolución del problema.
Acciones en Nicaragua
En el país existen experiencias exitosas de responsabilidad social empresarial y medio ambiente.
El Ingenio Montelimar, ha reforestado más de dos mil doscientas hectáreas. Administra la Reserva Natural, que cosecha agua pluvial proveniente de la ladera sur de las sierras de Managua, permitiendo conservar un ecosistema rico en interacciones entre los recursos agua, bosque y fauna. La Reserva Natural con el manejo profesional de Fondo Natural tiene el propósito de servir como modelo desde el sector privado para replicar modelos sostenibles de producción de recursos naturales.
La empresa CASUR ha estado implementando un proyecto de pago por servicios ambientales hídricos. Con el apoyo de la Cooperación Alemana, productores, instancias del Gobierno y municipalidades se han aliado a fin de generar incentivos económicos a productores para que restauren y protejan el bosque de la sub cuenca del río Gil González. Así mismo, los Ingenios San Antonio y Monterrosa han invertido cuantiosas cantidades de dinero en reforestación y en la reducción de emisiones de cenizas al medio ambiente. Iniciativas similares encontramos en la zona norte, en la Finca la Cumplida.
La instalación de biodigestores en la Compañía Cervecera y en Nuevo Carnic, ha permitido reducir las descargas al lago de Managua y las emisiones de CO2 al utilizar el gas en las calderas.
Con la misma tecnología pero a niveles mucho más pequeños, programas de desarrollo, como el más reciente financiado por SNV, ha instalado biodigestores en fincas, escuelas y beneficios, resolviendo problemas energéticos puntuales, en base a lo que antes era basura y desechos.
Muy recientemente y específicamente relacionado al tema de la adaptación ante el cambio climático, con el apoyo de la Cooperación Suiza, un grupo de 30 medianas y grandes empresas de Centroamérica recibieron una capacitación integral en el tema del cambio climático.
Chiles de Nicaragua es una empresa dedicada al cultivo y la exportación de chiles a los EEUU y fue una de las empresas que aplicó la metodología. Se elaboró un plan de acción muy concreto sobre lo que tenía que hacer la empresa para poder adaptarse mejor al cambio. La acción a tomar era moverse a zonas del país con mayor humedad que en las actuales, con toda la incertidumbre que ello conllevaba. Al cambiar su plan de siembra este año, Chiles de Nicaragua no sólo evitó pérdidas cuantiosas para la empresa y los productores al no sembrar en zonas donde no llovió, sino que además logró tener excelentes rendimientos, muy parecidos a los del Pacífico, sólo que con costos mucho menores en insumos. El riesgo presentado por el cambio del clima, se convirtió en una oportunidad y esa oportunidad le permitió a la empresa no perder dinero.
La ecoeficiencia fuerza a las empresas a ahorrar recursos, como el agua, energía, generando menos presión sobre los recursos naturales, ahorrando plata en el proceso. Esta va a tener que ser una estrategia a seguir por parte del sector turístico de Rivas, por ejemplo, si quiere florecer en una región con pocos acuíferos y decrecientes precipitaciones.
Un plan de adaptación deberá de incluir acciones específicas y concretas para cada uno de los sectores productivos del país, por ejemplo, para el caso de la ganadería se hacen evidente acciones de cosecha de agua, ensilaje, pastos de corte y bancos de proteínas, manejo de sombras y control de incendios entre otros.
En la agricultura, desarrollo de nuevas variedades resistentes a la sequía, mayor irrigación, retención de desechos, cultivos hidropónicos, conservación de suelos y humedad, barreras vivas, cultivos intercalados, barreras rompe vientos, curvas de nivel, labranza mínima, recargas de aguas artificiales, cosechas de agua, nuevos cronogramas de siembra y cosecha, biotecnología, uso de la tecnología de la información entre otros.
Es obvio que algunas de estas acciones no podrán ser realizadas por los pequeños o medianos productores de Nicaragua, que ya enfrentan serias limitaciones para poder producir sin tener encima todavía los efectos plenos del cambio climático. Es por eso de la importancia del concurso de empresas de mayor tamaño, que podrían incentivar a sus proveedores de materia prima a ejecutar estas acciones con la participación conjunta.
No hay de dejar por fuera el papel que pueden jugar las políticas públicas ambientales de orden general, en particular los incentivos y sanciones fiscales a las empresas que trabajan en beneficio o en contra del medio ambiente. Hacer efectivo, mediante una política fiscal, del principio del que contamina paga, es alinear los incentivos en la dirección correcta, al corregir externalidades negativas que actualmente estamos pagando todos los nicaragüenses por las acciones de actividades que contaminan.
Para concluir permítanme expresar una demanda que ha sido planteada sobre este tema: la creación de una instancia privada que se encargue exclusivamente del tema del Cambio Climático y la adaptación. Este instituto, donde estén presentes empresarios, universidades, centros de investigación y pensamiento, organizaciones sociales y ambientales, le podrían dar un valioso aporte a la búsqueda de soluciones, políticas, acciones y alianzas para asegurar una más efectiva adaptación al cambio climático. Las autoridades de esta institucionalidad deberán luego ver como se pueden integrar a instancias de Gobierno para asegurar la coordinación público privado que se necesita.